Eso no se dice, eso no se hace, eso no se toca

 


Deseo disculparme de antemano y animar al lector a presentar cualquier sugerencia encaminada a rectificar posibles muestras —ya debidas a error u omisión— de actitudes inadvertidamente sexistas, racistas, culturalistas, nacionalistas, regionalistas, intelectualistas, socieconomistas, etnocéntricas, falocéntricas, heteropatriarcales o discriminatorias por cuestiones de edad, aspecto, capacidad física, tamaño, especie u otras no mencionadas, ya que no me cabe duda de que mi intento por desarrollar una literatura significativa y desprovista de cualquier posible arbitrariedad y de la influencia de las imperfecciones del pasado ha de hallarse necesariamente sujeto a errores. 

Finn Gardner. Cuentos infantiles políticamente correctos 


Así se expresaba Finn Gardner en el prólogo de este libro, editado en 1994. En su momento se trataba de un texto humorístico que, con mucha ironía, satirizaba la corriente de la corrección política, buscando señalar los excesos de las teorías identitarias posmodernas en su revisión de los cuentos. Hoy cuesta captar el sentido irónico del prólogo de este libro y sus parodias de los cuentos tradicionales, hasta el punto de ser tomado por más de uno como una propuesta seria. Una prueba de que el humor cambia según las concepciones de cada época.

¿Qué es lo que ha pasado para este cambio de perspectiva, y sobre todo, por qué la corrección política ha calado hasta formar parte del funcionamiento de la sociedad? 

Sin entrar a cuestionar las reivindicaciones identitarias en las que se basa, propongo en este post algunas ideas sobre por qué (y cómo) este discurso fragmentador se está imponiendo, limitando la libertad de expresión y, en lo que nos atañe, condicionando (por no decir, censurando) el mercado, la edición y la producción de LIJ.


El lenguaje como creador de realidades

La corrección política fundamenta su discurso en el respeto y reconocimiento a las minorías frente a los grupos considerados hegemónicos. Es casi una obra de ingeniera social que se sustenta en el lenguaje y en cómo lo hacemos servir. Si el universo simbólico moldea la cultura, cambiando el lenguaje se cambia la realidad.

Y jugando con el lenguaje he llegado a una conclusión, probablemente de Perogrullo, pero que me ha tenido entretenida dándole vueltas. Y es el hecho de que el propio término «correcto» predispone a su aceptación. 

Corregir viene del latín corrigere que significa enderezar, así que corrección es el efecto de enderezar.

Entiendo entonces, que la corrección política pretendía detectar las desviaciones del sistema y una vez detectadas, enderezarlas. Pero también según el diccionario, implica hacer las modificaciones necesarias para eliminar faltas y errores. De la corrección se pasó a «lo correcto» (del latín correctus, enderezado, corregido y mejorado). Según el diccionario, aquello que no tiene ninguna falta, error o defecto. Lo contrario es incorrecto, erróneo. No admite graduaciones ni matices y lleva, siguiendo la propia lógica del término a la razonable (no necesariamente razonada) exclusión de aquello que contradice o cuestiona, tal corrección. Apela de esa manera directamente a la moral, a la necesidad aprendida de hacer lo correcto. Y a ver quién es el guapo que quiere actuar erróneamente y ser excluido. Porque establecer una categoría de «lo políticamente correcto», sigue la lógica de estas conmigo o estás contra mí. 


© Ilustración: Alberto Montt

Lo políticamente correcto también apela al respeto a las subjetividades y a las distintas sensibilidades. De forma que, cualquier cuestión políticamente incorrecta se siente además como una ofensa y acaba considerándose una agresión. Nos trasladamos al campo de las sensaciones frente a las que no cabe discusión.

En consecuencia, al hablar de lo correcto por un lado y de sensibilidades ofendidas por el otro, se anula cualquier cuestionamiento, cualquier crítica y cualquier opción de diálogo.

Y al hacerlo se anula el humor. El humor cuestiona, interroga, contradice el orden. No se adhiere a categorías y es irrespetuoso. En cierto sentido, es una forma de violencia simbólica y por definición, incorrecto. Por lógica, en un sistema correcto, ni el humor (ni la libertad de expresión) serían necesarios. Nos esperaría un futuro muy correcto y sin conflictos, pero muy aburrido. Como explica Stilman en su El humor negro. Antología de textos :

El escepticismo y la agresividad del humorista serían argucias innecesarias en un mundo sin interrogantes; por eso el humorismo se niega a los satisfechos, a los ortodoxos de todas las sectas, a los dueños de las soluciones. El humorista está buscando siempre. (Ed. Brújula, 1967, p.11)


© Delphine Perret, Una gran historia de vaqueros, Limonero, 2019

Correción política y LIJ

En la literatura infantil, la corrección política llevó, a finales del siglo pasado, a la reescritura de cuentos. Pero también lo políticamente correcto nos está llevando a rechazar temas, enfoques, personajes y, como en la parodia Érase una vez de Margaret Atwood, a quedarnos sin historia a base de problematizar cada una de sus palabras. O como en esta otra burla de lo políticamente correcto Una gran historia de vaqueros a transformar un vaquero en mono y su pistola en una banana para pasar la censura. 

Así, nos metemos en un callejón sin salida. 

Si hubiese algo que corregir en la literatura infantil sería en todo caso el adultocentrismo, y dejar los otros ismos para otros escenarios. Es importante revisar la mirada hacia la infancia. Si fomentamos su capacidad crítica quizá cuando sean adultos, no necesitarán que nadie les diga qué es lo correcto. 

¿Es posible/deseable una ficción políticamente correcta? ¿Varía la respuesta cuando esa ficción se dirige a las mentes en formación de los niños?

¿Como sociedad, nos estamos «infantilizando»? 

Al final habrá que relativizar el principio de relativismo en el que todo esto se apoya. O llegar a la conclusión de que lo políticamente correcto es un oxímoron posmodernista.


Celia Blanco Vallejo(a.k.a. Sra. Racho) se dedicó durante unos años a temas de Propiedad Intelectual y acceso al conocimiento. Ahora, después de realizar el Master LIJ de la UAB, dinamiza el blog sobre ficción y literatura infantil, Vecinas de escalera y realiza tareas de mediación lectora en escuelas y bibliotecas. Participa como invitada en las actividades del Círculo Hexágono con la preparación de su estudio Agresividad, humor y corrección política. La censura del sí y la desaparición de los niños perversos (título provisional).


Comentarios

Entradas populares