En los márgenes (Reflexión ilustrada con escenas de "Los siete magníficos")

Chris: I've been offered a lot for my work, but never everything.

Estos días hay algunas cosas que me preocupan más que otras, por ejemplo, se me hace muy difícil estar en un sistema en el que la cultura –en cuanto parte esencial de una persona y de su estar en el mundo– es ninguneada y relegada o bien al ámbito de la decoración superflua o bien encerrada en un extraño connubio con educación y deporte.

Mientras para consolarme miro Los siete magníficos, reflexiono sobre el hecho de que lo grave de esta mancomunidad ministerial entre cultura, educación y deporte, es que se reduce la necesidad de actividades culturales y deportivas al ámbito educativo, casi una propedéutica para la que será una persona activa, empeñada en desarrollar actividades que cuentan.

Pero tanto la cultura como el deporte (no los coloco en planos diferentes, personalmente soy incapaz de pasar una semana entera sin leer un libro o ejercer algún tipo de actividad deportiva) son elementos constitutivos de una persona y de su día a día. Son parte de su concepción del mundo y de su manera de relacionarse con ello y de otorgar valor a las cosas… y a los seres vivos.


Calvera: Your friends, they don't like you very much anymore. 
You force them to make too many decisions. With me, only one decision: do what I say.

Escuché la siguiente frase en boca del responsable de una fundación atada a uno de los mayores grupos editoriales educativos en el mundo de habla hispana: “No hay aspecto de la persona que no se pueda educar”. Y se me quedó clavada. Y me aterró. Porque lo que me sugería es que no hay aspecto que no podamos moldear según los valores / creencias que propugnamos. Si la cultura depende de tal concepción educativa estamos perdidos.

Podría firmar por un tándem de cultura y educación en el que la educación sirva para desarrollar la capacidad de pensamiento, observación, curiosidad, la habilidad manual de una persona. Podría firmar por ese tándem en el que a través de la educación aspiramos a que las personas crezcan siendo librepensadoras.

Sin embargo, mucho me temo que, en estos lares, la realidad sea otra y por esta razón estos días estoy particularmente molesta y me cuesta mucho pagar impuestos desproporcionados en relación a los importes cobrados y al trabajo que representan, sabiendo las finalidades para las que se emplea este dinero.

Si fuera por mí, buscaría una isla desierta, mínima, un páramo frío y apenas habitable, pero que no pertenezca a un estado o al que al menos el estado de turno deje relativamente en paz (por falta de interés, quizás).

Márgenes, desarrollarse en los márgenes.

Chris: You forget one thing. We took a contract.
Vin: Not the kind any court would enforce.
Chris:
That's just the kind you've got to keep. 

Más allá de las fantasías propias de ermitaños y sabios de la montaña, creo que los espacios para vivir, crecer y respirar libremente se forman en estos márgenes, recortado por pequeñas comunidades que tratan de poner en marcha un proyecto común, como un grupo de padres que desarrolla una escuela alternativa para sus hijos (me fascina Candil la escuela que acaba de poner en marcha un grupo de padres de Badajoz).

Así que trato de no sulfurarme cada vez que preparo una factura por derechos de autor, y pienso que quizá sea el momento de ralentizar un poco para permitirse imaginar cómo podrían ser las cosas, qué tipo de cambios hacer, qué caminos tomar para dar vida a un margen de humanidad, en el que la palabra tenga valor de acto y las buenas intenciones sean bienvenidas.

Escasean tanto las buenas intenciones en los últimos tiempos (en cambio abundan los legalismos), que el infierno tiene que estar lleno. Creo que me daré una vuelta por allí.

Comentarios

  1. En esa vuelta por los infiernos, Arianna, nos encontraremos sin duda, y nos encontraremos todos los que, como yo, hacemos nuestras todas y cada una de tus palabras.
    Cuando me siento abatido por el sino de los tiempos, recuerdo la maldición china: "Ojalá te toquen vivir tiempos interesantes".
    Será que los pequeños logros del ser humano necesitan derrumbarse de vez en cuando para... ensanchar el traje, aprender de los errores, imaginar nuevos límites, o simplemente porque (como dice Jorge Drexler) "solo conozco de veras lo que una vez tuve que añorar". Creo que el arte (la cultura y la expresión íntima del ser humano) está directamente relacionado con la libertad, y creo que el problema es que llegamos a la libertad sin saber qué hacer con ella. A poco que nos pongamos a pensar nos damos cuenta de que la libertad, en sí misma, no vale para nada; la libertad es la herramienta más importante con la que el ser humano puede construir su entorno y se construirse a sí mismo.
    El arte, la cultura y la libertad necesitan retroalimentarse continuamente y sembrar en terreno nuevo, o se marchitan ...y hay que volver a empezar.
    No cabe duda de que no se avecinan buenos tiempos; pero no podemos perder de vista, desde la acción, que son tiempos interesantes.

    Un abrazo.

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  2. Hay una reflexión de Giuseppe Tucci que me fascina: en su viaje a Nepal en 1954, cuando descubrió el reino de los Malla, dice que al experimentar la vida nómada, se dio cuenta de que “tienes una idea de la que podría ser la
    única libertad concedida al hombre. La libertad es posible tan sólo en el espacio vacío; te haces una casa, construyes una ciudad, te paras en un lugar y la libertad se convierte en un nombre que cada uno define a su manera para imponer su propia voluntad o su albedrío”. Es que, cuando uno se asienta, no se trata de lo que puede (físicamente, legalmente, burocráticamente) hacer, sino de lo que decide hacer. Reflexiones de este tipo creo que son necesarias. ¿Seguimos hablando? Arianna

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  3. Es curioso, esa "libertad" de la que habla Giuseppe Tucci, la del espacio vacío, es, precisamente, la libertad sin elección: libertad potencial. En el momento en que Tucci elige, en el que se hace una casa, en el que decide, la libertad se esfuma de las manos como el aire. Para elegir, el hombre, ha de amarrarse a una idea y desestimar un universo infinito de posibilidades. La libertad es el ejercicio de lo finito.
    Se trata, como dices, de lo que decidimos hacer; se trata de satisfacer un deseo. Recuerdo una entrada que escribí hace tiempo en otro blog titulada "El camino de nuestros deseos": «El deseo es un agujero que rellenamos con tierra de otro sitio... donde se forma otro agujero. Cuando miramos hacia atrás, el camino parece la huella de nuestros pasos; pero somos nosotros los que caminamos, de hueco en hueco, por la senda de nuestras carencias.»
    Ese deseo de elegir, esa sensación de necesidad hacia algo o alguien, esa posibilidad de satisfacción es lo que llamamos libertad. Quizás las preguntas clave sean de dónde viene ese impulso y de quién es (dónde se origina) esa sensación.
    No sé, Arianna, ¿cómo lo ves? Igual nos hemos salido (me he salido) de contexto. Bueno, ya lo dicen los fascistas: cuando se empieza a hablar de libertad siempre se llega demasiado lejos.

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