Abrirse camino

  © Decur

Las acciones abren un camino y una dirección que no tiene retorno. Cada paso que damos impulsa una onda de fuerza que provoca una cadena, imperceptible a veces, de transformaciones. Lo acaecido conforma lo venidero, y en cierto sentido modifica también la forma de entender lo que ya pasó. Una vuelta atrás será posible, pero el sujeto que retorna no es el mismo. 

El tiempo es intangible, invisible. Podemos definirlo porque lo medimos. Medimos lo que cuesta cocer una patata, etc. Pero en última instancia, el valor del tiempo se determina por el movimiento cíclico circular de los astros. Mecidos dentro de esa danza cósmica nosotros pelamos la patata, etc. 

El tiempo es acción, desarrollo, evolución, vibración. Su equivalente en una narración estática es el orden. La representación gráfica del tiempo se define mediante la disposición ordenada de elementos, dibujos, viñetas, páginas. Este orden cuando esté bien trazado, será una sabia mezcla de intuición y convención, tomada de la forma en la que el ser humano conoce y percibe lo que le rodea.


  © Decur, Los regalos de papá.

Abrirse camino por una historia es elaborar un discurso. Dentro del discurso los enunciados visuales permiten un moverse por la acción libremente, trascendiendo el flujo lineal de lo sucedido. Entregarse a la ensoñación, la contemplación, rebobinar, andar a saltos por las viñetas, vagar sin rumbo por un libro sin palabras es transgredir –acaso trascender– el sentido del tiempo y de la historia.

El lector de una historia muda como esta ¿no está por encima del tiempo?
¿Que parcela de lo que vemos se procesa verbalmente?
¿Verbalizamos todo lo que vemos?



Comentarios

Entradas populares