Las certezas que se nos escurren entre los dedos

Reconozco que me atrae irresistiblemente a la vez que me crispa y atemoriza la idea que retrata Zygmunt Bauman en su teoría de estos tiempos líquidos. La filosofía de esta época es tan árida y a la par tan sugerente...

Este mundo líquido, inestable, se mantiene en perpetuo movimiento y amenaza a sus habitantes con el temor constante a la caducidad. ¿Cómo estar al día en un lugar donde la información cambia por segundos, donde aquello que hoy vale mañana está desfasado? La solidez de la primera modernidad, explica Bauman, ha mutado.

Se riza el rizo. Del relativismo que analizaban los sociólogos posmodernos hemos pasado a la absoluta incertidumbre.

Como el capitán que decide ingenuamente atarse al timón para combatir el terror a ese ser desconocido que viaja en el navío Demeter del episodio de Drácula, los habitantes de la modernidad líquida buscamos cuerdas a las que asirnos en la tempestad de este mundo cambiante.

Bauman reflexiona sobre las dificultades de la educación en sociedad de unos niños y jóvenes a los que la sociedad integra en sus mecanismos consumistas y desestabilizadores desde antes de que tengan uso de razón.

El problema es que si incluso la literatura, el arte en general, forma parte de ese sistema de consumo enfermizo, ¿cómo podemos escapar a los efectos nocivos de la época que nos ha tocado vivir? ¿Hemos de rendirnos a ellos? ¿Luchar contra ellos?

Se me ocurre que una estrategia eficiente de estabilidad individual dentro de una sociedad-remolino podría basarse en encontrar significado a la vida de uno, aun en medio del temporal.

En ese sentido, el mismo arte, la misma literatura que contribuye inevitablemente al caudal que empuja al mundo hacia esa dirección desconocida puede tener una doble función. 

Esa misma literatura -o al menos parte de ella- se dibuja también en mi cabeza como una solución para combatir las sombras más oscuras de nuestra realidad… No me refiero a la persecución de soluciones personales recetadas por los libros, sino a la práctica del pensamiento profundo mediante ellos. Pues ¡qué mejor entrenamiento en el rastreo de marcas, la valoración de matices y la búsqueda de significados que la práctica de ese ejercicio a través de textos literarios!


Imagen perteneciente a Los misterios del señor Burdick de Chris Van Allsburg





Bauman, Z. 2005. Vida líquida. Barcelona: Paidós
Stoker, B. 1897. Drácula. Cap. 7

Comentarios

Entradas populares