¡Ayúdame a mirar!


No todos vemos lo mismo en el museo; lo característico es que, allí, todos miramos diferente.

El artista delimita un tiempo y un espacio; dentro del marco nada es como se ve, sino como él lo piensa. La vista ya no se conforma con acariciar  la superficie; frente al objeto artístico la naturaleza del hombre no tiene otra opción que concentrar su atención y buscar “lo que hay detrás” de lo aparente. 

Quiera o no quiera, lo sepa o no, el hombre es una herramienta diseñada para transformar la realidad. El arte, intrínseco al ser humano, no es un fin, sino una función de la humanidad.

La función del arte  
Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla. 
Viajaron al sur. 
Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando. 
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura. 
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre: 
—¡Ayúdame a mirar!  
Eduardo Galeano.


Comentarios

Entradas populares