Mundos Posibles



El objeto de la literatura ha sido y será la construcción de mundos posibles, personajes posibles y acontecimientos posibles. La verosimilitud es para los mundos de ficción condición sine qua non. Hacer creíble lo increíble, o al menos conseguir que la lectura se deslice por una ficción sin fisuras es una de las metas irrenunciables.



Los mundos posibles son parte de nuestra imaginación, pero nuestra mente es real. Los modelos abstractos tienen una entidad poco visible y un tanto escurridiza, aunque real. La ficción es, antes que nada, una realidad literaria: un mundo verosímil que persigue la estilización de la realidad. Realidad y ficción son viejas antagonistas, dos partes de un binomio clásico concebido para distinguir y jerarquizar realidades. Pero eso de poco o de nada sirve al poeta quien sabe que, en el fondo, realidad y ficción son partes de una misma categoría lógica: la familia de los mundos posibles.





La ficción es un juego al que juegan los que escriben y los que leen. Se juega construyendo un lenguaje ficcional referido a un acto de lenguaje real. En la construcción de mundos ficcionales hay normas y convenciones. El resultado es un proceso de estetización donde la realidad real termina quedando fuera, por mucho que se afane el autor en realismos. Ya que, tal y como Roland Barthes formuló en su día, todo termina siendo intertextualidad y la ficción es autorreferencial: “lo que está detrás del papel no es lo real, el referente, sino la referencia, la sutil inmensidad de las escrituras” (Barthes, 2000: 102)




La materia de la ficción es lenguaje y el lenguaje es pensamiento. Aquí podemos ensayar una transposición de los términos al particular juego ficcional de los libros mudos, donde la materia de la ficción es la imagen y la imagen también es pensamiento organizado.


Los mundos ficcionales son penetrables desde el mundo real, se penetran aquellos mundos partiendo de lo real hasta las entidades posibles no reales mediante canales semióticos (a través de los signos) e informaciones del mundo real (la cultura). Por eso, se dice que el material real

ficcionaliza, o sea, todo lo real se convierte en posibles ficciones produciendo

aspectos estilísticos, lógico-simbólicos, ontológicos y semánticos. (Saganogo, 2007:68)


Especialmente me interesa entrar a curiosear en la cocina ficcionalizadora del mundo del arte narrativo sin palabras, partiendo de la hipótesis de que imagen y lenguaje verbal, como sistemas de comunicación bien distintos que son, plantean sus diferencias en el proceso ficcionalizador. Pero esto será materia para entrar más adelante. De momento me despido con las palabras del argentino Roberto Juarroz, más allá o más acá de los lenguajes.

El poeta no tiene otra alternativa que inventar o crear nuevos mundos.

La poesía crea realidad, no ficción. Afirmo que la poesía es realidad,

y para mí es la mayor realidad posible porque es la que cobra

conciencia real de la infinitud.

Todas las ilustraciones pertenecen al libro "Los tres cerditos" de David Wiesner, Editorial Juventud, 2003.
Barthes, Roland (2000) El grado cero de la escritura. Siglo XXI. México. Sanagogo, Brahiman (2007) “Realidad y ficción. Literatura y sociedad” en Estudios Sociales.nº1, julio, Publicaciones de CUCSH. Guadalajara. México.





Comentarios

  1. Al leer tu texto me siento algo perpleja, como si en él se
    confundieran planos diferentes. En particular creo que sería útil
    definir exactamente el sentido en el que empleas las palabras
    verosimilitud y real / realidad.
    En la organización de los mundos posibles el mundo actual posee una
    característica que lo diferencia de los otros: existe. Existe
    físicamente.
    La existencia es una propiedad extraña, que permite a la propia
    realidad de eximirse de ser verosímil.
    Entendiendo realidad como el mundo actual, físicamente presente y no
    la realidad de un mundo de ficción. En este sentido creo que sería
    oportuno especificar mejor en qué sentido estás utilizando la palabra
    real / realidad y en qué sentido el mundo de ficción es real.
    Por otro lado está el término verosimilitud. Un mundo posible tiene
    que ser creíble y, para ser creíble, tiene que ser coherente respecto
    a las coordenadas que definen su esencia. Pero, para que el mundo de
    ficción sea creíble, la verosimilitud (respecto al mundo actual) no es
    una condición indispensable. La coherencia interna del mundo de
    ficción, lo es.
    De esta manera una situación que en el mundo actual se puede
    considerar inverosímil, bien podría ser verosímil dentro de la lógica
    de un mundo de ficción específico. Siempre sin que el mundo de ficción
    tenga que ser verosímil respecto al mundo actual.
    De la misma manera se puede argumentar que a menudo a nivel epistémico
    la verosimilitud en el mundo real / actual es necesaria para que un
    hecho o una afirmación genere una reacción de creencia y/o convicción.
    Pero aquí también hemos pasado de consideraciones sobre las cosas en
    sí (donde la existencia prescinde de la verosimilitud) a
    consideraciones modales.
    No sé, a lo mejor me he perdido y estoy divagando, pero creo que no
    queda claro el alcance que tiene la palabra verosímil cada vez que
    aparece en el texto; habría que distinguir si se refiere a la lógica
    interna de un mundo posible o a una comparación entre mundos
    diferentes.
    Lo que me parece muy interesante es la reflexión sobre la realidad de
    nuestra mente. Creo que abre un camino apasionante sobre la naturaleza
    y el sentido de los mundos de ficción, sobre todo sobre el sentido del
    arte y, en lo específico, de los álbumes y de la literatura infantil.

    Besos, Arianna

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