Seres droláticos

Los sueños droláticos de Pantagruel (Palma de Mallorca, Olañeta, 2011)

El término ‘drolático’ no ha conseguido ingresar en el expansivo cosmos del Diccionario de la Real Academia de la Lengua. Tampoco es habitual hallarlo en el lenguaje popular. Incluso entre los entendidos se asoma de manera infrecuente. Parece que al igual que los seres que designa, esta palabra permanece a la sombra, escondida u olvidada.
Los sueños droláticos de Pantagruel (Palma de Mallorca, Olañeta, 2011)
Expresiones como grutesco o, incluso, capricho son más habituales entre nosotros; ciertamente no hacen referencia al mismo objeto o, al menos, implican una concepción distinta de su naturaleza. Todos tienen en común rasgos como el humor, la fealdad, o su pertenencia a ámbitos como lo fantástico, el sueño o la locura. Sin embargo, personalmente, encuentro en las figuras droláticas un aspecto que va más allá del grutesco y del capricho. Esto es, que en cada una de estas insólitas imágenes vive un personaje con un carácter y una forma de actuar muy particular, que se manifiesta independiente frente a su creador y cuya extravagancia trasciende el mero sentido decorativo.
Ubu Rey de Alfred Jarry
En su introducción a Los sueños droláticos de Pantagruel (Palma de Mallorca, Olañeta, 2011), Antonio Bernat Vistarini apunta: "En su etimología, de origen holandés (drol), vive la ambivalencia de un ser por una parte bondadoso y divertido y por otra turbio, enredoso y hasta con un punto de oscura malignidad" (p. 18)
El mundo oculto de los cavernosos de R. Briggs (León: Everest, 1992)
Si nos remontamos a la tradición de la imaginería popular, hallamos las fuentes de un torrente drolático que si bien ha alimentado las cabeceras de la literatura infantil, con el tiempo y la deforestación de la fantasía, su caudal se ha venido secando. Así, podemos contemplar cómo hay una tradición subterránea que se remonta a las estampas populares y los pliegos de aleluya, emerge en el marco de las vanguardias artísticas y reaparece de la mano de ciertos creadores de libros para niños.
Auca de los oficios de los enanos
 Se trata de un caudal inconforme y trasgresor, lúdico y conflictivo, disparatado y fantasioso que aún hoy puede llevar al pequeño lector a otros planos de la realidad en los que las cosas no son como parecen.
El pequeño rey director de orquesta de J. Sáez Castán (Barcelona: Ekaré, 2010)

Comentarios

  1. ¡Vaya! Claro que sí. Ahora recuerdo una exposición interesantísima que hace tiempo vino a Zaragoza con los grabados de Dalí sobre los sueños droláticos de Pantagruel. Por lo visto se sintió cautivado por este librito y pensó que estaba hecho para él. Está claro que los surrealistas no inventaron el surrealismo, ni mucha cosa en realidad. Inventaron bastante poca cosa, pero jugaron bien las cartas. Bueno, al grano: Dalí parte de los grabados de Desprez que acompañan a la edición original, la que reproduce Olañeta, y los lleva a su particular estilo delirante. En esta dirección podéis verlos todos http://www.lockportstreetgallery.com/Pantagruel.htm

    Ana

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares