Dilatación

© Mitsumasa Anno. Anno's Flea Market. 1984


Encontramos esta palabra definiendo un fenómeno físico que causa en los cuerpos un aumento de volumen. Se dilata todo aquello que se infla, ensancha, estira, crece, sube o expande su superficie. Las mujeres que alguna vez hemos dilatado, y lo hemos hecho con plena consciencia y vivos los sentidos, podemos entender que el alumbramiento sea una dilatación de tiempo y espacio.


Tiempo y espacio son dos coordenadas de mutua acotación. No podemos afectar a la una sin que la otra se resienta. Se necesita tiempo para moverse por el espacio, lo mismo que necesitamos un espacio para que el tiempo fluya por él.


© Mitsumasa Anno. Anno's Flea Market. 1984


Podríamos decir que el tiempo se expresa a través del movimiento y la transformación. Ambas cosas suceden en el espacio físico. Cuando un organismo entra en hibernación, por ejemplo, es porque de algún modo pretende evadir el tiempo para salvarse de sus inclemencias. Encuentra un rincón en el espacio donde refugiarse y conseguir que el tiempo no le afecte. Sin embargo, lo mismo no podría decirse de un eremita en meditación. Manteniendo también sus funciones vitales en estado latente, éste será capaz de obtener una experiencia mística relacionada, precisamente, con la dilatación, ya que el estado de iluminación es una expansión de la consciencia.


Valgan los ejemplos para incidir en la idea de que las coordenadas espacio-temporales condicionando la representación gráfica operan en el álbum de forma idéntica a como operan en la vida real. Mientras seamos capaces de reflejar transformación y movimiento, la historia podrá desarrollarse; adoptará una trama, un orden, por el que la conoceremos y a través del cual se nos revelará en su forma estética.


© Mitsumasa Anno. Anno's Flea Market. 1984


A veces, esta trama requiere alteraciones en el hilo temporal, de manera que las cosas se cuentan según conviene para la lectura. Son las cosas del juego retórico pensado para que lo real nos revele su rostro inusitado. Con eso, los autores vamos conduciendo al lector de acá para allá. En las buenas obras esto se hace para implicar al lector en su búsqueda de significado. En las malas, se necesita hacer esto simplemente para evitar que el lector suelte el libro.


Hace algunos días Olalla nos apuntaba algo sobre las diferencias entre los tiempos de lectura en el cómic y en el álbum. Retomando el tema, me gustaría añadir que en el álbum se puede dar esta dilatación espacio-temporal gracias a la potencia (107 bits/segundo) que la imagen tiene como canal de comunicación. Debido a la cantidad de información simultánea que puede concentrar una doble página, la ilustración, debidamente construida, puede atrapar al lector en el tiempo y ofrecerle un instante detenido para que éste lo dilate a placer.


© Mitsumasa Anno. Anno's Flea Market. 1984


La contemplación de una escena compleja nos da la oportunidad de explorar el contrapunto de sucesos. Esta disección del instante nos aproxima a la mística del eremita, toda vez que el ensimismamiento implica la penetración del presente y la superación del efecto temporal de las historias. Es por esto que me reafirmo al decir que las posibilidades narrativas del álbum nos aproximan a una nueva dimensión en el narrar. Cito para concluir las palabras del editor mexicano Daniel Goldin:




Por eso me resisto a ligar la lectura de los álbumes con la alfabetización visual. Me gustaría en cambio pensar que el mayor potencial de los álbumes está justamente en alentar la práctica inveterada del fantaseo, la ensoñación y el pensamiento silvestre.

Recuerdo muchas mañanas de mi infancia frente a imágenes de álbumes menos elaborados que los que hoy se publican. La certidumbre de felicidad que ellos me propiciaron, sin duda sustenta mi amor por los libros. Me parece que el conflicto entre dos lenguajes que propician los álbumes puede contribuir a desestabilizar nuestras formas de comprender la lectura, a retomar prácticas abandonadas, la rumia, la manducación o la contemplación. En pocas palabras, a descubrir en el libro una fuente inagotable de sentido y un espacio para el diálogo interior, que siempre es un diálogo con una parte desconocida de nosotros. Cercanos al sueño, por las condensaciones y el juego entre palabras e imágenes, los álbumes tienen un extraordinario poder para leernos, particularmente en la infancia. ¿Se necesita otra justificación? Conviene recordar que si un encuentro con un libro puede convertirse en una experiencia verdaderamente significativa no es por lo mucho que podamos trabajar en él, si no porque por alguna razón insondable ese libro trabaja en nuestro interior.


GOLDIN, D. (2006) “El álbum, un género editorial que pone en crisis nuestro acercamiento a la lectura” en Nuevas hojas de lectura. Fundalectura, Bogotá. http://www.nuevashojasdelectura.com/paginas/dossier_R12.html


© Mitsumasa Anno. Anno's Flea Market. 1984

Ana G. Lartitegui

Comentarios

  1. Ante la pregunta qué es el tiempo, confiesa el preclaro Agustín de Hipona: “Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé” (Confesiones, XI, 14).
    Al hacer mía la pregunta de Ana sobre el tiempo en el libro álbum, ni siquiera tengo la certeza inicial del santo padre. Pues “Si nadie me lo pregunta, tampoco lo sabría”.
    Para empezar, me da la impresión de que el tiempo en el álbum es más que una realidad material, una ilusión o, en otros términos, una construcción.
    Me explico. Materialmente el libro-álbum es un arte bidimensional. En sus páginas se representan sólo dos dimensiones espaciales (ancho y largo). Aunque la tercera dimensión (profundidad) se suele simular, ella sólo está presente en los pop-up y, ya que estamos, valga preguntarnos si puede haber un buen libro-álbum que a su vez sea un buen pop-up.
    Sigo. En un universo de dos dimensiones, el tiempo realmente no está ni puede estar presente. Aunque claro que puede ser sugerido, representado. Y eso involucra el empleo de ciertas convenciones narrativas que presuponen un código común a un emisor y al receptor. Pensemos, por ejemplo, en la clásica tira de tebeo. En ella hay una ilusión de tiempo codificada y además (y creo que es importante no confundir los niveles) nuestra decodificación o lectura transcurre en el tiempo.
    En nuestro día a día. Los niveles temporales son muchos. Hay tiempos físicos, atmosféricos, biológicos… Tampoco existe una única modalidad tiempo narrativo. Insisto, creo que es importante no confundir estos niveles entre sí.
    Por esta razón, discrepo de la interpretación que ve la hibernación como un modo de evadir el tiempo (¿atmosférco?) y como una modalidad de dilatación. Simplemente en este caso el mamífero en cuestión está determinado por un tiempo biológico que, a su vez, es producto de la evolución de la especie (¿un tiempo evolutivo?). Ciertamente, el cambio ocurre en el tiempo y en el espacio. Pero no es un cambio del tiempo ni del espacio. Del eremita no me pronuncio porque ya allí entraríamos en dimensiones para mí absolutamente desconocidas.
    En definitiva, no comparto la idea de que “las coordenadas espacio-temporales que condicionan la representación gráfica operan en el álbum de forma idéntica a como operan en la vida real”.
    Pero sí me resulta muy interesante la pregunta de si en el libro álbum puede ofrecer una representación propia y exclusiva del tiempo o si, por el contrario, sólo puede apropiarse de los códigos empleados por otras artes narrativas como el cine o la literatura.

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  3. El tiempo narrativo se desarrolla en dos espacios: el de la historia y el del discurso. De manera que la historia de toda una vida puede llegar a representarse en tres viñetas, dos dobles páginas o una secuencia cinematográfica. Además del tiempo narrativo existen, en efecto, otros tiempos relativos a la lectura, dentro de la lectura que hacemos, que afectan al cómo se cuentan los hechos narrados.

    Recuerdo a los Románticos, la literatura Gótica, la Modernista. Pienso, por ejemplo, en Cumbres Borrascosas, la novela, y la descripción del tiempo atmosférico de la historia; pienso en cómo el propio nombre de los personajes y sus comportamientos ralentizan o aceleran el tiempo de lectura por las conexiones que se crean, por las referencias a las que se alude, incluso por la cantidad de imágenes que se acumulan en nuestra mente, en ocasiones, en la lectura de un solo párrafo. Esa intención existe, se plasma en el discurso de cualquier narrativa y afecta a su tiempo, al cómo se cuenta el tiempo narrativo y, por ende, al tiempo de lectura. Yo creo que es importante tenerlo en cuenta.

    Por otro lado, no pienso que el tiempo narrativo sea más artificial en el caso de la narración gráfica que en el cine o en el teatro. El tiempo en la ficción siempre es un elemento representado, manipulado -a veces sugerido-, que dota a la obra de una estructura esencial para su coherencia y cohesión.

    Ahora bien, que el álbum, por su carácter, tiene un forma de emular el tiempo distinta a otras narrativas: yo creo que sí; es más, pienso que una de esas diferencias la marcan las distorsiones de velocidad que se crean entre el tiempo de la historia y el del discurso.

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  4. (...) Además del tiempo de lectura entre unas y otras, que viene dado por el tiempo del discurso, por la técnica, el color y el espacio que se ocupa ect.

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