De infancia, trasmisión y aprendizaje




El olmo se erguía con firmeza,
como si empujase contra el cielo nublado,
y les contemplara desde arriba.
Como si fuera un gigante que, aceptado su destino, espera su final.

Jiro Taniguchi. El Olmo del Cáucaso.


La página final se compone de tres viñetas horizontales. La primera va a sangre y su tamaño es mayor que las otras dos. En ella, un zoom aproxima las guardas del libro que Hiroshi sostiene entre sus manos.  El texto de la dedicatoria dice “para un viajero del tiempo” y cerciora al protagonista sobre la veracidad del viaje que emprendió a su infancia. No ha sido un sueño. La segunda viñeta se aguanta con un fino marco que contiene la imagen del joven Shimada, autor del libro que ha enviado a Hiroshi. El recuerdo de Hiroshi es nítido: Shimada, su amigo de la infancia es hoy un autor de éxito. La viñeta final se ensancha y corta la línea inferior del marco que se pierde justo en el borde la página. Allí se muestra un primer plano del Hiroshi adulto en plena consciencia de que su viaje al pasado ha sido real. El libro que, a la vez sostienen el personaje  y el lector  se llama Barrio Lejano.


Barrio lejano es una historia cotidiana aunque dentro del marco de una ciencia ficción muy particular. Es un cómic japonés, escrito y dibujado por el autor nipón Jiro Taniguchi. Una novela gráfica introspectiva, pausada y madura -exquisita en su propuesta estética- que mira con añoranza a la infancia y en la que se vuelve físicamente a ella para recuperar el tiempo perdido. Su protagonista y voz narrativa, Hiroshi Ankara, es un hombre de negocios que refugiado en su trabajo evita afrontar su hastío vital, que es, en el fondo, consecuencia de acontecimientos no resueltos. En ese punto el destino le proporciona una segunda oportunidad para lograrlo cuando, como por arte de magia, Hiroshi puede regresar al pasado -a su pueblo natal- transformado en un niño. Allí, Hiroshi contempla por segunda vez, desde una perspectiva adulta, los hechos que le acontecieron durante ese periodo y trata de evitar, aceptar y comprender la verdadera razón que le ha llevado a su antigua casa: el abandono paterno.

Como si se tratara de una de esas películas de la Nouvelle Vague, Taniguchi utiliza su vieja cámara de aficionado para filmar con mayor movilidad mientras trata de reproducir  la percepción del ojo humano. Lo hace en escenarios reales, sin decorados de cartón piedra y con luz natural, creando un efecto de realismo absoluto.

Jiro Taniguchi, junto a otros mangakas como Moyoko Anno, Little Fish o Kan Takahama y autores franceses como Aurélia Aurita, Frédéric Boilet, pertenece a una corriente dentro del cómic nipón que se hace llamar Nouvelle manga.


La espinaca de Yukiko  de Frédéric Boilet

 La denominada Nouvelle manga defiende en su planteamiento como grupo, movimiento o subgénero la forma de contar historias de los dibujantes de cómic japoneses - quienes demuestran gran soltura al hora de narrar con fluidez además de destrezas técnicas que hacen evidente el poder connotativo de la imagen -, con las cualidades del cómic francés, que presta mayor atención a un dibujo de cuidada forma y presentación. La Nouvelle manga, por otra parte,  insiste en la importancia de la creación de historias cotidianas para llegar a todo tipo de lectores. La elección de este marco como tema central en las obras que lo conforman es clave, aunque no podemos olvidar -como no lo hacen muchos autores japoneses- una sólida tradición fantástica en su literatura que asoma, de una manera u otra, en la mayoría de sus trabajos. Cada autor, dentro de la NM, elige su pincelada de ficción y la mezcla con su propia experiencia. Por esta razón, nunca sabremos con total seguridad qué tiene el niño de Barrio lejano de Taniguchi y qué el adulto.

 Con todo, es curioso y resaltable que el autor haga referencia a la infancia y a sus conflictos familiares no resueltos en varias de sus obras. El abandono, la ausencia, el aprendizaje, incluso la importancia de la realización personal a través del oficio son temas recurrentes en obras como El almanaque de mi padre, El olmo del Cáucaso, El caminante, La montaña mágica o el propio Barrio Lejano.

Mesié Boilet está en lo cierto cuando afirma que Taniguchi tiene mucho de japonés al contar y expresar emociones, tal y como el manga “más alternativo” las ha venido trasmitiendo. Él narra de instante en instante y con una potente carga simbólica los sentimientos y reflexiones de sus protagonistas frente a situaciones varias. Su pericia a la hora de narrar hace que la elipsis no suponga ningún obstáculo para la comprensión lectora. El buen uso de esta técnica le permite trazar tejer  entre el lector y los personajes relaciones de empatía en la reacción común a los sucesos que acontecen aquí y ahora. Pero Taniguchi, como señala Boilet, también tiene mucho de europeo. Por un lado, consigue transformar la autobiografía en arte. Por otro,  siempre logra un dibujo minucioso, bello y trabajado al detalle. Su trabajo es la de un artesano oriental con claras influencias occidentales. Entre otras -también apunta Boilet- recibe potente la del cine francés de finales de los cincuenta,  la de la Nouvelle Vague.

Por lo menos la mitad de los cómics japoneses narran historias de hombres y mujeres y sus vidas cotidianas. Esta adhesión a la vida cotidiana como tema es para mí la principal razón del éxito de la manga en una amplia variedad de lectores. Mientras los universos de ciencia ficción o de acción del cómic franco-belga o americano están dirigidos casi en exclusiva a adolescentes masculinos, en Japón la manga de historias cotidianas  llega de igual manera a hombres y mujeres, a adolescentes y adultos (Boilet, 2001).

Comentarios

  1. Me parece muy interesante esa auto-retrospección que apuntas en los autores del nuevo cómic. Quizás, esa especie de obsesión por la autobiografía responde a una necesidad de decir y decirse del autor, la búsqueda de respuestas y preguntas para desterrar que sólo el azar nos llevó por los caminos de nuestra vida, para indagar en los "por qué" de lo que hicimos. Para quien precisa comprender, nada que no ocurre por segunda vez ocurre realmente; quizás ese es el porqué de muchos escritores. Este cambio de tono, este decir en voz baja... ¿no tiene que ver con que el nuevo cómic pase con facilidad por la puerta de la literatura?

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  2. Hablaba como mi directora de tesina hace unos días justo sobre ese tema y llegamos a la conclusión, dejando un poco de lado las esencias, de que el cómic no es literatura, sino ficción artística. Tiene que ver con la narración y con el arte de las ficicones y provoca una experiencia común con la experiencia literaria en el lector.
    Me pareció tan hermoso que quise compartirlo.

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  3. ...bueno, está claro que de esto tenemos que seguir hablando. Hay mucho que rascar en este pedacito de piel que has levantado. No sé si un martes en Helsinki o un sábado en Gijón o Zaragoza, pero seguimos con esto, seguro.

    Buen verano, Olalla.

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