II LEER ENTRE LINEAS



"La realidad es la gran hipótesis de la mente pensante."
Jorge Wagensberg. Si la naturaleza es la respuesta, ¿cuál era la pregunta? Tusquets, 2002.

Así es como el escritor, pensador, profesor e investigador científico catalán, abre su libro de aforismos sobre ciencia, arte y revelación. Más adelante sugiere que fenómenos y objetos existen y suceden, pero no podemos pensar en ellos desde fuera de nosotros. “No se puede hablar de realidad sin hacer referencia a alguna forma de percibir y de conocer”.


Si seguimos el hilo de este ovillo, nos toparemos con el binomio objetivo/subjetivo, y no sé por qué la objetividad despierta en mí cada día más desconfianza. Será porque últimamente tiendo a pensar que la verdad, en el fondo, es objeto codiciado por mentirosos. Objetividad y verdad son para mí dos conceptos que, como todo lo complejo, perfectamente podrían definirse mediante la paradoja. Siguiendo esta idea podríamos definir lo objetivo como una suma de subjetividades, y definiríamos como verdad, ...¿una suma de falsedades?


Bien, sin dejar volar demasiado la cabeza, voy a referirme a una de mis últimas lecturas sobre narratología de libro-álbum. El profesor Perry Nodelman introduce en su libro Words about pictures la idea de que cuando las ilustraciones amplían lo que nos es narrado en palabras aparece una cierta ironía que consiste en que sabemos más de lo que se nos cuenta, porque además de leer miramos. El autor lleva su reflexión más allá y afirma que las diferencias inherentes entre la narrativa verbal y la representación pictórica permiten estas relaciones irónicas entre palabras e ilustraciones aún cuando la ironía no sea obvia, sino sutil. Hasta aquí todo parece muy lógico y no resulta difícil estar de acuerdo en ello.


Las discrepancias empiezan cuando Nodelman da un paso más allá y atribuye la subjetividad a la palabra y la objetividad a la imagen. ¿Por qué esa necesidad de ser categórico en este punto? Es interesante la idea de un reparto de funciones y un contraste provocado para jugar a la ironía, pero ¿no puede ser objetiva la palabra?, ¿no puede ser subjetiva la imagen? Su argumento defiende que lo que vemos pertenece al mundo exterior y por ello la visión está en un nivel de mayor objetividad que la palabra, la cual por ser lenguaje pertenece al mundo de las abstracciones y por ende al de la subjetividad.


Two specific sorts of irony which develop when words and pictures come together in narratives are inevitable, because they are inherent differences between verbal narration and pictorial depiction. The first is the distance between the relative objectivity of pictures and the relative subjectivity of words.
Perry Nodelman. Words about pictures. p.229. The University of Georgia Press, 1998.


© Satoshi Kitamura. En el desván.


Al instante me vienen a la cabeza algunos ejemplos en los que sucede justamente lo contrario. Pensemos en el magnífico ejercicio de subjetividad sobre los personajes representado por Anthony Browne en Voces en el parque; pensemos en las ilustraciones de S. Kitamura para el texto de En el desván. En estos dos ejemplos bien conocidos, las palabras se esfuerzan por narrar unos hechos objetivos mientras que la visión interiorizada de los hechos es el tema de las ilustraciones.


© Anthony Browne. Voces en el parque.


La ilustración gráfica, la comunicación visual y el arte en general, no sólo permiten la expresión de puntos de vista subjetivos sino que inevitablemente lo hacen. Aquel que atribuya objetividad para la imagen ignora que cualquier acto de visión es en sí mismo interpretativo, porque sólo vemos lo que estamos preparados o dispuestos a ver. Incluso diría que hoy día resulta particularmente peligrosa la defensa del valor objetivo de la imagen. Nuestro pensamiento se guía y ordena por lo que ve. Tendemos a creer en las apariencias. Es por eso que el poder de persuasión que despliegan los mensajes visuales pasa especialmente desapercibido y toda propuesta que se destine a reflexionar sobre ello me interesa. La retórica de imagen revela que los mensajes visuales se orientan, articulan y moldean para producir significados sofisticados y complejos de un modo similar a como se procede con la literatura.


Avanzando un poco más en el párrafo, Nodelman añade que una segunda diferencia entre los dos códigos marca la distancia que hace posible esta peculiar ironía. Esta vez se refiere a que lo narrado en palabras tiene un movimiento temporal mientras que las ilustraciones están detenidas en el tiempo.


[...] the second is the distance between the temporal movement of stories and the fixed timelessness usual in pictures. All picterbooks are ironic to the extent that they express these qualities.


Pero, ¿acaso la narración gráfica no se desarrolla en el tiempo? ¿Acaso las letras no ocupan un espacio? Entiendo que el capítulo que Nodelman dedica a la ironía en los libros álbum aporta ideas relevantes para la narratología del género, pero una reflexión más profunda debe hacerse para establecer que las diferencias propias de los dos códigos se desdibujan en el álbum debido al peso que la función (narrar) y el canal (libro de imágenes) ejercen sobre ambas. Me atrevería a decir que en el álbum la imagen adopta funciones y retóricas propias del lenguaje, al tiempo que el lenguaje hace su adaptación frente a la imagen. Existe una ironía y una dialéctica de funciones, pero no podemos, en mi opinión, ser simplistas en su análisis.


Ana G. Lartitegui

Comentarios

  1. Una entrada muy interesante, Ana.

    Un saludoj

    ResponderEliminar
  2. La primera vez que me dijeron que una ilustración no podía ser subjetiva no pregunté "Pero ¿a qué se refiere Nodelman con subjetividad?" y debí haberlo hecho porque todavía hoy sigo dándole vueltas.

    Parece obvio que una ilustración narrativa puede representar la subjetividad de sus personajes según su autor y esto se ve perfecto en el ejemplo que pusiste de Voces en el Parque o en Siete Ratones Ciegos.

    Sin embargo, creo que Nodelman se refiere más bien a que en una ilustración el autor no puede expresar su modo de pensar sobre ella misma. Es decir, que un ilustrador no puede crear una imagen y a la vez opinar sobre lo que está sucediendo en ella.

    (¿Me estaré explicando bien?)

    Pienso en el Snowwhite de Ana Juan. Las ilustraciones de su Blancanieves son subjetivas, muestran una visón propia, una interpretación con respecto al clásico (a la imagen que lector se hizo de Blancanieves cuando leyó el cuento original). La Blancanieves de Ana Juan es subjetiva pero el lector lo aprecia en relación a otra Blancanieves que está en su imaginario. Así que tampoco sirve...
    .
    Antes de seguir (porque de verdad yo sí creo que la imagen pueda ser subjetiva de ese modo), me gustaría que me aclararas esto otro:

    Su argumento defiende que lo que vemos pertenece al mundo exterior y por ello la visión está en un nivel de mayor objetividad que la palabra, la cual por ser lenguaje pertenece al mundo de las abstracciones y por ende al de la subjetividad.

    ¿Es la imagen más objetiva por ser más inmediata?¿Lo es porque el ilustrador recurre a convenciones para expresar su opinión? ¿Lo es porque pertenece al mundo exterior? ¿Se refiere Nodelman a la imagen en el libro álbum, en toda narración gráfica o a toda imagen? ¿Son objetivos los cuadros de Pollock por ser imágenes que nuestras palabras?

    ¡Mil preguntas sin preguntar!

    Un beso gordo,

    ResponderEliminar
  3. Hay varias cuestiones implicadas en lo que dices. Mejor te contesto en una entrada nueva, ok?

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares