El efecto Blackstock

El coleccionista reconduce el caos de lo real a una unidad ordenada y controlable: el coleccionista recoge, cuida y conserva los objetos sin dejarles sucumbir al desgaste –lógico- de la vida, del uso, del desplazamiento. ¿Es Gregory Blackstock un coleccionista? Su particular respuesta a la pregunta en cuestión se llama Blackstock’s Collections y es el libro que recopila los dibujos que este ex lavaplatos autista de Seattle ha ido fabricando desde finales de los años ’90.

Hay algo más en estas imágenes que una reconstrucción apacible (por exhaustiva) de todo lo real (los temas van desde animales, peces, insectos, hortalizas y colores de hortalizas, hasta casas, granjas, aviones, gorros, sierras, materiales para pintar, etc.), hay un orden estético, que no solo da equilibrio a la página sino crea una suerte de palacio de la memoria gracias a la asociación de formas parecidas pero no exactas (además normalmente Blackstock no pinta sobre un único papel sino que va pegando papeles hasta tener la composición lista).

Tomemos por ejemplo la imagen dedicada a las sierras. Cuenta el propio autor que tuvo que ir dos veces a Home Depot (una celebre cadena de ferreterías estadounidense) para poder memorizar las distintas hojas de cada una de ellas.

Más allá de la rapidez de su memoria y del hecho de que dibuja recopilando las imágenes que ha almacenado en su cabeza, también es curioso notar como Blackstock busca los temas, los apunta, los perfila y finalmente les da protagonismo. Así nos damos de morros con toda una variedad de herramientas con las que tratamos cada día pero que resultan invisibles precisamente por eso: porque pertenecen al día a día de la humanidad, porque están tan cerca de nuestra existencia que no podemos fijarnos en ellas.


Así recopila Blackstock el infinito cotidiano y con cada nuevo dibujo cubre un porción más de un universo potencialmente inabarcable, ya que, por si no hubiera suficientes cosas en las que fijarse, su exhaustiva distribución de categorías multiplica exponencialmente el material. Un ejemplo: la categoría de herramientas con ruido. Merece la pena echarle un vistazo (de esos con microscopio): ojo, porque si observáramos esta mezcla (imposible) en un contexto distinto (digamos, mmmm… cuento ilustrado) alguien exclamaría “¡poesía!”. ¿Y los demás? Asentiríamos con la cabeza naturalmente. Es el efecto Blackstock.

Para más informaciones: Blackstock’s Collections, PAP 2007; Drawing Autism de Jill Mullin, MBP 2009; Garde Rail Gallery.

Comentarios

  1. No sé...parece más un inventario de artista que otra cosa. No sé si esto es a lo que te refieres. La colección implica siempre un orden que parte está en el origen y parte en el producto. Definitivamente creo que cualquier colección es expresión de su amo, así que no estoy segura de entender el efecto Blackstock aplicado a un hipotético inventario sobre libros ilustrados. ¿Podrías explicar? Por cierto que la palabra inglesa es curiosa.
    -A

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  2. Hola, soy yo otra vez. Ahora veo lo quieres decir...creo que propones una reflexión sobre la manera en que un libro como este podría aportar una mirada literaria o poética. ¿Es eso? En ese caso estoy totalmente de acuerdo, el único problema es que la obra, desde luego, no es un cuento. Es, en todo caso un álbum y aporta su particular forma de hacer poesía, que va más allá de lo literario.
    -A

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  3. El señor Blackstock me chifla. Además, toca el acordeón.

    Mire esto:
    http://laisladelosgenios.blogspot.com/

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  4. Sí, algo por el estilo. Por un lado me intriga el sentido rítmico de los conjuntos de elementos dibujados por Blackstock. A lo mejor esto tiene que ver lo que comenta Aitana: la pasión de Blackstock para la música. Sus imágenes tienen un patrón rítmico que a menudo y curiosamente parece un "moderato" en la primera parte del conjunto y un "agitato" en la segunda (por ejemplo las diagonales en la imagen de las herramientas con ruido). Esto también me llevaba a pensar en un palacio de la memoria.

    Por otro lado está la poesía evocada por la elección de temas y representantes de los mismos (al menos de algunas categorías particulares). ¿No invitan estas imágenes a preguntarse por las razones detrás de cada conjunto? Esto sin ánimo de conocer al artista y sus razones, sino de vislumbrar posibles historias que lleven a una tal conclusión clasificadora.

    Hay un detalle en la imagen de las herramientas de ruido que no puedo no asociar por ejemplo a una ilustración de Riki Blanco en La calle del fantasma. El fantasma lo tiene todo y te puede dar todo lo quieras. Su almacén está repleto de cosas, objetos de todo tipo, tamaño y valor, hasta tiene el sol, la lluvia, el mar y la montaña apoyados en un estante al lado de otras cosas.

    Crear inventarios es una manera de definir un personaje (como en el juego de Rodari: ¿qué lleva este personaje en sus bolsillos?) y hasta una modalidad de cuento. ¿Qué es lo que convierte un inventario en literatura y/o arte?

    Arianna

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  5. Digo yo que lo que hace interesante una colección de cosas, lo que lo convierte en algo más, son las elecciones que hay implícitas, las decisiones que implican a los filtros de la memoria, al capricho de los ojos. No es lo mismo coleccionar monedas como la gente que va a la tienda y las compra por fascículos que coleccionar, por ejemplo, monedas caídas de los bolsillos, o monedas con las que se han tomado decisiones a cara o cruz, o monedas que sobran de un billete de 5 euros cada vez que se va al kiosco a comprar once caramelos de menta. Y, a otro nivel, no es lo mismo guardar esas monedas en una caja, que pintarlas de colores según la época del año, o construir con ellas botones y coserlos a la ropa, o fotografiarlas en blanco y negro y mandarlas por correo a Siberia.

    De la misma forma, un inventario es más que eso cuando no es una página de un catálogo ordenada alfabéticamente o por precios, sino, como en el caso del señor Blackstock, cuando ese inventario habla por sí solo (de un fragmento de lo cotidiano y de qué ojos lo están viendo y de cómo lo ven y de cómo lo ordenan y de por qué lo eligen, por qué lo dibujan y cómo lo hacen) y, además y sobretodo, cuando nos gusta lo que cuenta. Lo que atrapa en estos conjuntos de cosas es el hilo invisible que las cose, y que es el que cuenta la historia y el que nos hace desear, tras ver las imágenes de Blackstock, dibujarle una carta, escucharlo tocando el acordeón, jugar a algo con él o acompañarlo a la ferretería.

    Hagamos algo: vayamos todos a Home Depot (o a cualquier parte) y hagamos luego cada quién un inventario libre (escrito, recitado, dibujado, cantado). Y a ver qué sale...

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