EN SEGUNDA PERSONA


© Ilustración: Miguel Brieva, Al final, Kókinos, 2010

Repasando la voz narrativa, un alumno me preguntó por obras escritas en segunda persona. “No son frecuentes”, le dije; pero pude citar unas cuantas tanto en literatura infantil como de adultos. Entre las primeras conté algunos de mis álbumes favoritos: Al final, de Silvia Nanclares y Miguel Brieva; las reglas del verano, de Shaun Tan; el clásico de John Burningham ¿Qué prefieres… y, finalmente, la adaptación del cuento del mismo nombre, Instrucciones, de Neil Gaiman, con ilustraciones de Charles Vess. Al ser un ejercicio que utilizo a menudo en mis clases, apenas tardé unos segundos en conectar las cuatro obras como ejemplos de textos funcionales transformados por su carácter ficcional en obras de intención artística, literaria: cuando los objetivos prácticos de este tipo de textos se aplican a mundos, situaciones y personajes imaginarios, la lógica que guía su producción se subvierte y cambia por completo de significado. Los recursos complementarios de la imagen quedarían para un comentario aparte.

Al enfocar las obras para adultos, y en una transición no buscada por lo juvenil, el inicio de El guardián entre el centeno de Salinger fue lo primero que vino a mi mente. Su interpelación al lector reinterpreta obras, recursos y tópicos literarios, desde la voz presuntamente coloquial y descuidada de un adolescente. El propio Holden nos revela el vínculo con Dickens, pero en este momento no me resulta difícil descubrir una divertida “captatio benevolentiae” o, aún más retorcida y humorística, una “invocatio musarum”. ¿Espejismo forzado por la argumentación del momento? Me temo que si es una lectura injustificada el defecto viene de antiguo y ha contribuido a mi historia como intérprete: busco mensajes ocultos del autor, de quien narra, de los personajes; mensajes especiales para mí, bromas personales, descubrimientos dolorosos que cambian mi realidad, declaraciones de amor e incluso de eterna enemistad. Soy amiga de la Teoría de la Recepción desde mucho antes de saber lo que era y en concreto para el lector infantil encuentro bastante absurda cualquier otra.
Con ayuda de una buena lectora de apenas diecisiete años, repaso El lado oscuro, de Sally Green, y El abismo, de Neal Shusterman. Se trata de novelas juveniles que comienzan también en segunda persona, intensificando así la identificación del lector con el personaje. En la obra de Shusterman resulta fundamental para el conjunto del relato; es parte de su esencia de un modo que no podemos desvelar sin arruinar sus efectos.

Y ahora sí: recuerdos imprecisos de narraciones de Cortázar desembocan de manera inevitable en su Manual de instrucciones y, tras una rápida comprobación, en la “Carta a una señorita en París” incluida en el famoso Bestiario. La búsqueda[1] me sugirió la lectura de Aura, de Carlos Fuentes, regalándome así un hipnótico placer.
Y sin embargo en todo este recorrido no pensé en la literatura que más de cerca me tocaba y que con mayor justicia puede arrogarse el empleo de la segunda persona como característica: los primeros textos del folklore de regazo, concretamente las nanas.

¿Nos vemos en mi próxima entrada, tirando de este hilo?

                                    © Charles Vess, Instrucciones, de Neil Gaiman, Océano Travesía, 2017




























Comentarios

  1. Querida! Qué bueno! ¿Sabes que hace un tiempo que me chiflan las voces y personas de los narradores? Hay un escritor alemán (que me encanta, o al menos desde que empecé a leerlo se me quedó flotando en la cabeza y va apareciendo por aquí y por allá y) cuyos narradores suele ser en segunda persona: Zoran Drvenkar. Pienso por ejemplo en Te acuerdas (ilustrado por Jutta Bauer y publicado en español por Lóguez) y en una novela para adultos que me pesa en el fondo del alma: Sorry. Creo que en español la publicó Seix Barral. Y por ejemplo esta recopilación de poemas: Was geht wenn du bleibst (Carlsen), bellamente ilustrada con fotos de... Ay! Vaya cabeza no recuerdo el nombre y no tengo el libro a mano, cuando vuelva a casa, lo miro. Pero, sí, Zoran Drvenkar es un apasionado y apasionante escritor que narra en segunda persona. Un beso grande!

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