EL "APRENDIZAJE HISTÓRICO"

La mano agarra el objeto. Miles de pruebas le aseguran que es capaz de localizarlo, asirlo, aproximarlo; que si lo arroja puede producir sonidos nítidos o sordos, secos o retumbantes.
El placer es intenso cuando el objeto regresa, generalmente por la intervención de otros pero, en ocasiones, debido a un efecto de rebote que parece relacionado con su forma esférica.
También resulta apasionante alterar un equilibrio que puede recuperarse por medio del balanceo o romperse con mayor o menor estruendo: pilas de bloques, grupos de almohadones, montones de libros, arena…
Las observaciones continúan, sin registro aparente, alternando con frecuentes periodos de descanso.
La escena se repite en derredor. Sobre cálidas alfombras de bien acondicionados pisos; en un corral, entre gallinas; en la playa, en la escuela, en el vertedero.

La capacidad de los niños para reunir datos acerca del mundo que les rodea es enorme en sus primeros años; es un requisito imprescindible para la supervivencia. No cambia mucho de unos a otros, pero los adultos percibimos diferencias enormes en función de nuestro propio conocimiento o valoración de los temas en que los pequeños se centran: si nosotros los consideramos valiosos, juzgamos mayor la inteligencia de los que se dedican a ellos; si pertenecen a la esfera de lo “infantil” (juegos, juguetes, productos de ficción específicos, etc.) no les prestamos atención. Si ni siquiera se traducen en palabras, como la experimentación descrita al comienzo,  se consideran poco más que instinto.
Nuestro propio cerebro ya no está preparado (al menos no al mismo nivel) para esa asimilación de información. A cambio hemos desarrollado la conceptualización, hemos convertido lo individual en genérico para manejarlo en paquetes concentrados y los hemos categorizado a su vez dentro de estructuras más amplias que facilitan el proceso; Aprendemos menos pero deberíamos ser capaces de emplear más eficazmente lo que aprendemos para construir el siguiente peldaño de comprensión. También deberíamos mejorar en el empleo del “conocimiento histórico”, aquel que ha sido conceptualizado por otros que nos precedieron de modo que podemos utilizar sus conclusiones sin afrontar de modo personal el descubrimiento de las mismas.

Todos los seres humanos han experimentado con la gravedad desde bebés hasta dominar suficientemente su predicción de esos efectos; pero hasta Newton nadie fue capaz de conceptualizar ese conocimiento de modo histórico; a partir de él, sin que el individuo deje de encarar ese aprendizaje como algo personal, la colectividad, la especie, puede utilizarlo como base para nuevas experimentaciones cada vez más alejadas del terreno material y concreto.



Comentarios

  1. La suma de la individualidad y la colectividad. Se ve muy claro cuál es el papel de la literatura en este escenario. Está maravillosamente explicado.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares