LA VOZ LITERARIA
SOMOS EL PRIMER LIBRO DEL BEBÉ,
nuestra voz el primer vehículo de transmisión literaria.
Desde el nacimiento, el niño
distingue la voz gratuita que narra y canta de aquella otra funcional que
realiza tareas y responde al teléfono. Esta última le protege en el Bosque de
la Necesidad del que hablábamos el otro día, pero aquella es si cabe más
importante: la encargada de darle la bienvenida al mundo y su lugar en él.
Dedicamos sonidos y arrullos a
nuestros hijos, creados exclusivamente para estar en contacto con ellos y
hacérselo patente; Obras de fonética arriesgada y pura expresividad que surgen
de modo espontáneo y sin registro, pero que se reproducen en familias, sociedades
y países de cualquier tiempo histórico con la fuerza del instinto. SOMOS VOZ
LITERARIA. Y el afecto nos arrastra a esa corriente universal por la que el ser
humano revive sus emociones, ideas y sentimientos a través de palabras
perdurables. La herencia no siempre es consciente: El patrimonio anónimo
constituye la literatura popular.
Pero la semilla es la misma: Al
crecer no nos basta con aprender los nombres útiles para la supervivencia.
Incluso en los más decididamente materiales aparece la otra voz, la posibilidad
de que lo más humilde se y nos transforme:
“Me llamo barro aunque Miguel me
llame.
Barro es mi profesión y mi
destino
que mancha con su lengua cuanto
lame”[1]
El barro es la materia y el
producto del instante que se revela en la palabra. Universal y folklórico por
la fuente de donde se toma ya modelado; Personal y culto por la firma que lo
reclama y reconstruye.
Todos y cada uno de los seres
humanos ejercemos esa característica tanto al producir mensajes como al
seleccionarlos, con independencia de nuestra habilidad para una u otra cosa: ni
todos somos poetas porque compongamos (y menos porque nuestras composiciones
permanezcan de algún modo) ni porque tengamos mayor o menor gusto para elegir.
Pero sí nos acogemos a la voz poética para reconocernos en la humanidad de
sentir y de contarlo.
No estamos solos. Esa es nuestra
certeza al reconocernos en la voz de todos, tanto si la encontramos en Bukowski
como en una canción pop de dudosa calidad.
La
arqueología de los versos nos conduce a nuestra historia; Pero es más que
rebuscar entre piedras que nunca volverán a habitarse. Son las estaciones que
siempre regresan, los bosques floreciendo sin importarles el espesor de la
nieve.
Beatriz Sanjuán
Este discurso me trae recuerdos de Yolanda Reyes. La escuché en Bilbao hablando sobre "La sustancia oculta de los cuentos". Tomé nota de algunas de las cosas que dijo:
ResponderEliminar"Los bebés le enseñan a uno que no todo se ve."
"La voz engancha porque la voz evoca Presencia."
"Antes de que la lengua esté asociada a la descodificación escrita es el tiempo de entrar con la literatura."
Por si queréis refrescar vuestros recuerdos sobre el trabajo de Yolanda Reyes:
Eliminarhttp://www.cerlalc.org/redplanes/secciones/biblioteca/reyes_lectura_primera_infancia.pdf
Inconmensurable Yolanda Reyes. No he tenido la suerte de escucharla en directo pero sí le he seguido un poco el trabajo y ha sido toda una fuente de inspiración.
ResponderEliminarLa verdad es que la entrada es muy evocadora, a mí me ha traído también a la memoria a Federico Martín Nebrás y todo el MCEP italiano. Pero sobre todo me ha hecho recordar algunas sesiones de cuentos para bebés, como las de Eugenia Manzanera, de quien os dejo estas palabras
“yo,
nací al mundo con pelo, con llanto…
reí y me hice luz
porque supe,
mientras llegaba,
que nacer
es una poesía”
Aunque he visto algunos espectáculos de Eugenia Manzanera (Caracoles, por ejemplo) no sabía que también cuenta para bebés. Somos compañeras en esto y es natural que se refleje en nuestras palabras una experiencia de comunicación tan especial.
EliminarGracias por unirnos en esta almazuela (preciosa palabra que descubrí gracias a Garbiñe Tolosa y "Mis pasos azules")