Necesidad y necedad



Necesidad y necedad son palabras que se parecen demasiado; tan sólo dos letras las diferencian: si, una afirmación, que no es poco. Una afirmación puede serlo todo, y no por ella en sí, sino porque antes, a la fuerza, ha habido una pregunta, una bifurcación, una voluntad, una búsqueda. La necesidad suele estar en la respuesta de aquellos a los que se les ha preguntado por qué escriben, o por qué pintan, o componen, o arañan la piedra convulsivamente.

El que migra, y toda escritura es migración, va hacia un habla que jamás le será dada. De esa pérdida se forma el escribir. Falta y no otra cosa es lo que tenemos al comienzo de cada proyecto. Se escribe porque no se sabe, no se comprende. Se escribe para confirmar una y otra vez que no se sabe, que no se comprende. Quien escribe busca una forma para eso que no tiene forma y que por eso es incomprensible, busca un continente para un contenido que siempre se desborda. Y lo que encuentra es una voz apenas, susurro de lo que no se sabe decir, de lo que no se puede decir, de lo que nadie enseña a decir.

María Teresa Andruetto (Pasajero en tránsito).

El impulso de la literatura tiene poco que ver con el oficio, la rutina o el placer, y no está marcado por tiempos de mercado o plazos editoriales. Tiene más que ver con la búsqueda de una respuesta, con una necesidad interior del autor, con una carencia que hay que reconocer. Las obras que parten de ese impulso guardan siempre una llave, un cruce de caminos o preguntas nuevas que siempre pueden ofrecernos encuadres diferentes. Cuando esto ocurre en la literatura infantil, da gusto poner el libro entre nuestras manos y las de un niño.

Algunas veces, muchas, el libro es sólo cuestión de oficio, o de “ego”, o de simple y triste rutina, de moda, de dinero... Las obras que parten de estas “cuestiones”, ¿qué guardan? Y cuando esto ocurre en la literatura infantil, ¿no da miedo poner el libro entre nuestras manos y las de un niño?

No sé si se puede afirmar que la escritura que no parte de una necesidad del autor está destinada a la necedad del lector, pero seguro que vale la pena reflexionar sobre ello.

Sergio Lairla

Comentarios

  1. Pero ¿qué cuenta? Eso me pregunto yo ultimamente todo el rato...

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  2. Bueno, Scott Fitzgerald decía: "No se escribe porque se quiera decir algo, se escribe porque se tiene algo que decir".
    Cuando al escritor le resulta demasiado fácil escribir, quizás debiera preguntarse si realmente vale la pena lo que está escribiendo.

    Un beso, Olalla.

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